Tuesday, November 21, 2006

Oh well, whatever, nevermind

El miércoles pasado, mientras la gente se dispersaba por las escalinatas del Malba hacia un futuro mejor, abandoné la teorización sobre la novedad que se extinguía rápidamente y fui en busca de la promesa de alimento que anidaba a pocos metros, en la invitación del cóctel anual de la Cámara del Libro -es decir: hice a un lado la pretensión de la novedad para sumergirme en la más completa y acabada claudicación frente a lo nuevo.

En el recinto principal del Museo Nacional de Arte Decorativo Jorge Dorio entregaba premios frente a una platea de autoridades y funcionarios de la industria cultural en retirada. En otro salón, afortunadamente, me encontré con dos jóvenes periodistas -las únicas, digamos, que estaban por debajo de la barrera de los 35 años.

Mientras esperábamos que los mozos, las copas y las bandejas de bocaditos se materializaran, hablamos sobre publicaciones, revistas culturales y blogs. Hablaban, mejor dicho, ellas, del blog de su propia revista cultural, al que miraban extrañadas, mientras decían desconocer casi todo acerca de blogger, de escritores con blogs, o de los blogs de escritores -y toda la vasta extensión de alrededores implicados en el asunto. Eso me hizo reflexionar sobre una frase que había escuchado en el Malba, minutos antes, de boca de un escritor: "Yo no leo blogs", había dicho, con cierto aire de fastidio suficiente. Así es como de repente me encontré diciendo, con una seguridad que hasta ese momento desconocía: "Qué extraño, no. Yo casi no leo otra cosa".

Lo que, si exceptuamos los libros de ficción y no ficción que leo por placer y por trabajo, y los suplementos de Cultura de los diarios nacionales, podría decir que es, a esta altura, completamente cierto.


(Ilustración: gentileza de M.M.).

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